Material complementario clase 5

¿Y la educación legislativa? Más que una pastilla


Por Martina Orrego® Salud Julio 18, 2009



“¡Gobierno inmoral, tu pastilla es criminal!” gritaban desde un lado de las tribunas. Desde el lado contrario contestaban “¡Pastillas para las chiquillas, condones para los hueones!”. Todo esto en medio de la votación para aprobar la ley sobre “Información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad”, popularmente conocida como aquella que permite que la pastilla del día después sea repartida en los centros de asistencia pública.
La ley pasó su primera etapa, fue aprobada por la Cámara de Diputados. Esta decisión, tan controversial por la sociedad chilena, se enmarcó en la asistencia a la sala del Congreso de un público que no estuvo al nivel del tema. Al menos no lo demostró. Con griteríos, pancartas y garabatos los “honorables” discutieron y resolvieron. Un público así, intolerante al debate, sin respeto por los planteamientos que difieren de los propios, con un nivel de discusión básico (es cosa de escuchar sus “gritos de guerra”) y una agresividad propia de zoológico, lamentablemente, es el reflejo de la sociedad en que vivimos, aquella sociedad que recibiría un proyecto de ley tan relevante para la evolución de un país que quiere dejar de ser visto como subdesarrollado. ¿Estaremos a la altura de una ley así?
Pero la vergonzosa escena vivida en el Congreso no fue proporcionada sólo por los asistentes comunes y silvestres que no tienen decisión sobre las leyes que rigen el país donde viven, por aquellos que ilusamente acuden a votar por quienes quieren que los representen, para luego (no siempre, claro) darse cuenta de que la representación dura sólo los meses de campaña. El escenario legislativo del pasado Miércoles también fue nutrido de nuestros cada vez menos respetados diputados. Y los sucesos del la reciente votación me hacen dudar de que aquella apreciación pueda variar, al menos en el corto plazo.
El diputado UDI José Antonio Kast, el quijote anti Postinor 2, decidió apoyar su postura con material didáctico. Sobre su pupitre se apreciaban una colección de pastillas anticonceptivas y preservativos que ya se quisiera cualquier adolescente que posee televisión por cable e Internet. Su público le grita desde las graderías “¡La Biblia está contigo!”. Unos puestos más allá, sus compañeros de coalición Eugenio Bauer y Ramón Barros hacen los suyo con soporte gráfico: muestran fotografías de fetos con el eslogan “Protégeme”.La probablemente ya no tan querida por la derecha Karla Rubilar decidió votar a favor, no sin antes el piropo de “¡Asesina!” de parte del público al recalcar que ella era RN, médico y receta la píldora. (Por esa declaración yo que ella considero un cambio de coalición). El único concertacionista que votó en contra fue Jorge Sabag aludiendo a que al igual que en el plebiscito del año 88 el votaría “no” (¿Y la relación con el tema dónde quedó?). Todos hablaban, todos gritaban, todos criticaban. Pero al parecer se olvidaron del debate. Según entiendo es como se hacen las leyes ¿O no?
El proyecto de ley aprobado consta de tres artículos (bastante pocos para una ley tan importante). El primero de ellos establece que toda persona tiene “derecho a recibir información y orientación de regulación de la fertilidad, todo lo cual debe ser claro, comprensible, completo y confidencial”. El segundo reconoce “el derecho a elegir libremente los métodos de regulación de la fertilidad y de acceder a ellos”. Y el tercer artículo determina que los organismos del Estado con competencia en la materia (servicios de salud pública) tienen el deber de “poner en práctica todas las medidas apropiadas para garantizar el ejercicio efectivo de los derechos establecidos por los artículos anteriores”, es decir, poner a disposición de la población métodos anticonceptivos, incluido el de emergencia como lo es el Postinor 2.
Esta ley hace hincapié en que los organismos públicos deben elaborar planes para cumplir los objetivos de sus artículos. Por lo tanto, y al igual que su nombre lo enuncia, es una ley propuesta para informar y orientar en el tema de la fertilidad, que, por consecuencia, incluye las prestaciones estatales para regular la fecundación. El debate ya no debe quedarse en si se entrega o no gratis una pastilla. Evolucionemos.
Pareciera ser que nuestros legisladores conservadores sencillamente se rehúsan a aceptar que un medicamento necesario, para una sociedad en la que los abortos (aunque sean “a la mala”) se van popularizando cada vez más y la iniciación sexual va siendo más precoz cada año, sea entregado en entidades públicas de las que, les guste o no, son parte, ya que son empleados del Estado de Chile.Parece que todavía no comprenden que si quieren propagar su semilla de la moral y las buenas costumbres la forma no es ser policías del sexo, si no que legislar para representar al sector del cual ellos provienen y que se niegan a ver desaparecer, sin privar al resto de poder tomar decisiones libres, autónomas y sin infringir las leyes. No porque permitan o no legalmente entregar la pastilla del día después van a lograr que las mujeres no quieran usarla. Esa es una opción que se debe tener, otra cosa es si se utiliza. Por ahí he escuchado algo muy cierto y que en este caso me hace sentido: la libertad de uno termina cuando empieza la del otro.
Por otro lado, parece un tanto irracional la actitud de los políticos que dicen ser más liberales, preocupados por la democracia y equidad, quienes se llenan la boca con impulsar leyes popularmente aceptadas por la sociedad de forma tan liviana.Para ellos, con que la pastilla esté en los consultorios ya es dar la tan prostituida “igualdad de oportunidades” a las personas. Pero no. El asunto no es tan simple. Tal vez si la legislación en le tema fuera un nivel más allá y se viera desde donde parten las injusticias sociales por las cuales se debe pelear, se darían cuenta de que antes de legislar sobre un tema necesario como este deben fijar su propio ideal de país y partir desde la raíz del problema. Antes de entregar un anticonceptivo de emergencia deben enseñar a usarlo. Si no se utilizó un método previo no fue por nada. ¡Ah! He escuchado otra cosa más por ahí: prevenir antes de curar.Debemos evolucionar como sociedad y parar de ser básicos en los juicios y las opiniones. No seremos más libres ni más inmorales por tomar o no una pastilla para evitar un embarazo que no nos vendría bien en ese momento.
Si te parece que va en contra de tus convicciones tomarte una pastilla por no ser precavida, está bien, no lo hagas. Si por el contrario te parece algo natural, lógico y correcto, no estarás equivocada. Por ahora esperemos, aparte de tener la opción de hacerlo, ver el sentido de lo que significa poder hacerlo.

Bibliografía
http://revistalapagina.com/2009/07/18/y-la-educacion-legislativa-mas-que-una-pastilla/



Comentario


¡Qué divertido pensar en la forma en que se debaten las mismísimas leyes que rigen nuestra sociedad!. Entre gritos e insultos, los políticos deben deliberar entre las posturas que representan como partido o como representantes de su sector. Pero la cuestión que nos conlleva en este comentario es sobre el tema debatido en la cámara de diputados. El hecho de permitir o no la venta de las PAE nos lleva a discutir sobre la autonomía que se ha desarrollado en la actualidad versus la heteronomía conservadora que aún poseen ciertos grupos de nuestra sociedad. Es cierto que jamás se podrá llegar a un consenso. Pero el asunto de permitir que las personas decidan si utilizar o no las pastillas permitidas en el mercado creemos que es una forma de lavarse las manos respecto a la responsabilidad de su uso. Como bien dice la autora de este artículo, si bien se hace permisible las PAE, entonces debiera haber una mayor y mejor educación respecto a esta; no es posible que se deje en manos de los medios de comunicación la entrega de información tan importante como esta. Esto es netamente responsabilidad de los profesionales de salud, y como enfermeras(os) no podemos quedarnos fuera.

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