Ética para Amador: Cindy Jofre


Introducción:

A menudo nos gusta leer libros de ficción o de fantasía, o quizás simples novelas que nos llenan de intrigas, que nos dan momentos de alegría, temor o pena, sin embargo muy pocas veces leemos algo que nos haga "pensar", meditar en cada línea que leemos, con cada idea que se presenta frente a nuestros ojos.

Este es el caso de ética para Amador, un libro que Fernando Savater escribe a su hijo con la intención de que "viva la buena vida", y qué mejor regalo para alguien que le digan cómo vivirla!
El autor se involucra de tal manera, que busca todas las formas posibles de encontrar la manera adecuada para explicar sus ideas, y que otros, en este caso su hijo, lo entienda. De este modo, la lectura se hace fácil, comprendiendo lo que se nos quiere decir, pero lo especial, es que a la vez nos da la oportunidad de llevar lo leído a nuestras propias vidas, de analizar cómo somos, cómo actuamos, cómo tratamos al resto, etc...

A continuación, más que como alumna de enfermería, le he querido dar un enfoque personal, ya que básicamente soy persona, e independiente de lo que pueda hacer más adelante en mi vida de manera profesional, la ética es algo que se debe aplicar en el diario vivir, en todas la relaciones interpersonales que se nos crucen por delante.


Capítulo I: De qué va la ética.

La ignorancia de ciertas cosas, en materias específicas, aunque sean interesantes, no nos impide vivir la vida. Nos pueden dar satisfacciones, pero hay tantas cosas que podemos aprender, y por supuesto no podemos saberlas todas, hay que elegir, y lo logramos a través de la voluntad. Lo imprescindible para vivir, es saber diferenciar lo que nos hace bien o mal, o lo bueno de lo malo, en muchos aspectos, como por ejemplo la salud, somos capaces de saber lo que nos conviene para seguir viviendo, y de manera contraria, somos capaces de diferenciar lo que no es conveniente y que nos puede quitar la vida, como lanzarse desde un sexto piso, o llevar una vida poco o nada saludable. Sin embargo hay cosas buenas, que se pueden tomar como malas, y algunas consideradas malas, que pueden tener algo de buenas, un caso de esto es la mentira, universalmente “algo malo”, decir siempre la verdad, puede meternos en varios problemas, sin embargo mentir en cosas pequeñas puede causar el bien, conocidas como “mentiras piadosas. Vivir bien, o llevar una buena vida, resulta al menos complicado, cada uno elige una manera de hacerlo, no estamos de acuerdo con todos, dejar el tabaco y el alcohol nos puede alargar la vida, pero para algunos vivir privados de esto no es vida, y esta se les haría mucho más larga.
Nuestra vida es resultado de lo que cada uno quiere. En la naturaleza cada animal sabe lo que es bueno y malo para ellos, no hay animales malos ni buenos. Por ejemplo, los animales hacen lo que tienen que hacer, no es que sean valientes, ya que no tienen la capacidad de decidir, lo hacen y ya, están programadas por la naturaleza, no saben comportarse de otro modo. En cambio los seres humanos toman decisiones, hacen lo que quieren hacer, lo hacen a voluntad, no estamos programados para ser héroes. En otras palabras podemos decir que somos personas libres, de ahí la admiración de nuestro valor.
Somos educados en sociedad, culturalmente nos sentimos parte de una, entendemos términos que definen malas acciones, que nos determinan o programan para comportarnos de tal o cual modo, sin embargo somos capaces de tomar decisiones, decir que si o no. Nunca tenemos un solo camino a seguir, y no estamos obligados a querer hacer una sola cosa.
No somos libres de elegir lo que nos pasa, si no que somos libres para responder a lo que nos pasa, es decir, cómo enfrentar las cosas.
Ser libres para intentar algo, no es lo mismo que lograrlo siempre. No siempre tenemos las capacidades para lograr todo lo que nos proponemos, un factor importante es la capacidad de acción, que permite obtener mejores resultados de la libertad. Hay cosas que dependen de la voluntad, pero no todo depende de esta, no por ello dejaremos de ser libres. Muchas cosas limitan nuestra libertad, como los desastres naturales. A menudo nos quejamos de que no somos libres, ya sea por falta de dinero, de tiempo, etc. Sin embargo al creer que no somos libres, nos quitamos inconscientemente muchas responsabilidades de encima, como no somos libres no podemos tener la culpa de lo que nos suceda. Nadie cree que en el fondo no somos libres, si no que optamos por las decisiones más fáciles.
No funcionamos como seres programados, los hombres somos capaces de elegir nuestra forma de vida, optar por lo bueno y lo malo, por lo tanto, como tenemos la libertad para elegir, también podemos equivocarnos, escogiendo cosas que no son convenientes. Es por esto que debemos procurar saber adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A este saber vivir es a lo que se llama ética.

Capítulo II: Ordenes, costumbres y caprichos.
Hay cosas que nos conviene para vivir y otras no, pero no siempre esta claro cuales son las que nos convienen. Si bien no podemos elegir lo que nos pasa, podemos elegir como enfrentar lo que nos pasa, cuando vamos a hacer algo podemos elegir hacer esto o lo otro. Pero no siempre hacemos lo que queremos, a veces nos vemos enfrentados a escoger entre dos opciones que no hemos elegido, aunque preferiríamos no haberlo hecho.
A veces, las cosas pasan, queramos o no, sin embargo podemos decidir como nos enfrentamos a ellas, sin embargo en algunas ocasiones estas dos opciones no representan lo que de verdad queremos, a pesar de esto debemos tomar una decisión, y esta estará determinada por lo que más se quiera o convenga. La mayoría de nuestros actos los hacemos automáticamente, no le damos tantas vueltas a lo que siempre hacemos, ya que pertenecen a nuestra rutina. Darle demasiadas vueltas a lo que vamos a hacer nos paraliza. Ahora, ¿ porque hacemos lo que hemos hecho durante el día?
Un motivo, es aquello que conocemos como la razón que tenemos para hacer algo.
Existen tres tipos de motivos. Las órdenes, algo que hacemos por obligación o mandato. Las costumbres, lo que hacemos habitualmente o casi sin pensar. Finalmente los caprichos, o cosas que hacemos porque sí, podemos definirlos como la ausencia de motivo.
Cada tipo de motivo tiene su propio peso, las órdenes se llevan a cabo por el temor, la confianza, o el premio. Las costumbres por la comodidad de seguir la rutina, y de no contradecir a los demás. Las órdenes y las costumbres vienen de lo externo, se nos imponen, en cambio los caprichos nacen de uno mismo, nadie nos manda y al principio no creemos imitarlos, pero luego podemos llegar a eso, o a realizarlo por el simple hecho de contradecir.
Debemos plantearnos hasta que punto es aconsejable obedecer, en el caso de las órdenes. En casos extremos, las costumbres no valen de mucho, y no se las toma muy en cuenta, en caso de un incendio, no nos ponemos ropa interior antes de salir por simple costumbre, hacemos lo que más nos convenga. Ahora, los caprichos en casos o temas importantes, no son prudentes, son de locos. Arriesgar la vida o la fortuna por un capricho, merece una calificación aún más dura. En casos extremos las personas tratan de acertar de la manera más conveniente posible, es decir, actuar racionalmente.

Capítulo III: Haz lo que quieras.
La mayoría de las cosas que hacemos, son porque nos mandan, otras porque estamos acostumbrados a hacerlas y otras porque se nos da la gana o el capricho de hacerlas así. Pero cuando lo que vamos a hacer es en serio, o un caso extremo, no tomamos en cuenta estas motivaciones, se nos hacen insatisfactorias. Ni órdenes ni costumbres bastan, y menos los caprichos. Si cumplir una orden significa matar a alguien, si seguir una costumbre significa discriminación racial, o si seguir un capricho implica que dejes a tu bebé en casa un fin de semana solo, es un acto criminal, que no tiene justificación por la vía de los motivos.
Todo esto tiene que ver con la libertad, asunto del que se ocupa la ética. Libertad significa decir, si o no, que hago y que no hago, digan lo que digan los demás, libertad es decidir y darte cuenta de lo que estás decidiendo, no dejarse llevar. Para no dejarnos llevar hay que pensar las cosas dos veces, la primera, es pensar que ¿por qué hago esto? Podría ser porque que me lo mandan, por costumbre o simple capricho. Y la segunda vez ¿Si me lo mandan, por qué lo obedezco, o lo cumplo? Por un premio, por evitar el castigo, o porque quién me manda sabe más que yo. Entonces, deberíamos estar más informados, ya que por mucho que me manden podría no ser conveniente o bueno para mí, o bueno y conveniente aunque nadie me lo ordene. Si las cosas las pienso solo una vez, y me conformo con la respuesta de que lo hago por costumbre, por más costumbre que sea y por muchas veces que lo haya hecho, no necesariamente tiene que ser bueno o conveniente. En el caso de los caprichos pasa algo parecido, en cosas sin importancia se pueden aceptar, pero en cosas más serias es poco aconsejable, hasta peligroso. Por lo tanto, en algunos casos las órdenes, las costumbres o caprichos son motivos adecuados para hacer las cosas, pero en otros no tiene que ser así. Nunca una acción es buena solo por ser una orden, una costumbre o un capricho. Nadie puede ser libre en mi lugar, solo yo puedo buscar por mi mismo. Cuando somos niños somos dependientes de otros, cuando se es adulto hay que vivir la propia vida, pero muchas cosas se imponen queramos o no. Para ser hombres hay que pensar las cosas que hacemos dos veces, o más. La palabra moral, cuyo origen etimológico mores, se relaciona con las costumbres y también con las órdenes. Hay costumbres y órdenes que pueden ser malas, es decir, inmorales. Para emplear bien la libertad que tenemos, hay que alejarse de órdenes, costumbres y caprichos. El hombre libre no es aquel que huye de los castigos o que busca los premios, eso puede quedar para los niños. Moral es el conjunto de comportamientos y normas que se suelen aceptar como válidos. Ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes.
Lo bueno y lo malo no solo se utilizan para describir comportamientos morales, sino también para calificar si las personas o las cosas cumplen bien su función, en esto la mayoría de la gente está de acuerdo, pero cuando se trata de una opinión moral, las opiniones varían mucho. No resulta sencillo decir que un ser humano es bueno porque no sabemos para que sirven, las cosas son buenas o malas dependiendo de la correcta función que cumplan, no queremos que cumplan otras funciones, en cambio los seres humanos distan de solo una calificación, ya que por ejemplo, una persona que dice la verdad es buena, pero como mencionamos antes, decir la verdad no es siempre convenientemente bueno. No es fácil determinar quién es bueno y quién es malo, hay que estudiar las circunstancias y los motivos que los llevan a actuar. Alguien podría hacer cosas buenas por simple coincidencia, o de modo contrario hacer cosas malas, queriendo hacer algo bueno. En la ética bien entendida, la consigna principal es “haz lo que quieras”.

Capítulo IV: Date la buena vida.
Haz lo que quieras, emplea tu libertad como tú quieras, déjate de órdenes y de costumbres de premios y castigos, no le preguntes a nadie que es lo que debes hacer con tu vida, pregúntatelo a ti mismo, interroga sobre el uso de tu libertad a la libertad misma. Aunque sea contradictorio, la orden de “haz lo que quieras”, al fin y al cabo es una orden, aunque te diga que actúes libremente. Si la desobedeces la cumples, porque haces lo que tú quieres y no lo que te dicen que hagas, y si la obedeces no la cumples, ya que no estás haciendo lo que tú quieres hacer, sino lo que te dicen que hagas. Pero precisamente eso es lo que debes hacer, ¡lo que tú quieras!
Todo esto no se trata de pasar el tiempo bien, sino de vivirlo bien. La libertad encierra un problema esencial: No podemos dejar de ser libres, y en eso no somos libres, sólo tenemos que serlo. “estamos condenados a la libertad”. Por ejemplo, si estamos cansados de ser libres, y queremos ser esclavos por siempre, es nuestra opción querer serlo, por lo tanto, es nuestra decisión y somos libres de hacerlo. “No habremos renunciado a elegir, sino que habremos elegido no elegir por nosotros mismos”. Siempre y bajo toda circunstancia somos libres.
Haz lo que quieras, es una forma de decir que tomes en serio el problema de tu libertad, somos responsables de escoger nuestros propios caminos, queramos o no somos libres. Sin embargo, hacer lo que queramos, no es lo mismo que hacer lo primero que se nos venga a la cabeza. En ciertas ocasiones eso basta, como elegir lo que queremos comer en un restaurant. Una historia que se cuenta en el Génesis, de la Biblia, sirve de ejemplo para explicar esto: Esaú y Jacob, hermanos gemelos, pero Esaú era el primogénito, quien gozaría de la herencia y los privilegios de su padre Isaac. Esaú, a quién le gustaba ir a cazar, llega un día hambriento y cansado a la casa, en donde estaba Jacob preparando unas sabrosas lentejas, Esaú en tanto, acepta un plato de lentejas a su hermano Jacob, quien se las ofrece a cambio de la primogenitura. Esaú acepta, y luego de comerse las lentejas se arrepiente del inmenso error que cometió. Esto claramente indica que si Esaú se hubiese molestado en pensar por segunda vez las cosas, claramente se habría quedado con la primogenitura. Es importante que seamos capaces de establecer prioridades entre lo que queremos de pronto, ahora ya, y lo que queremos a la larga. Una de las cosas que Esaú tomó en cuenta al optar por las lentejas, es que quizás el moriría primero que su padre y no recibiría nada de todas formas. Lo que le lleva a pensar que ante la certeza de la muerte la vida ya no vale la pena. Decide vivir como si ya estuviese muerto.
Cuando quieras hacer lo que tú quieras, primero piensa a fondo y detenidamente que es lo que realmente quieres. Aunque muchas veces sea contradictorio, como querer tener una moto, pero no chocar y matarte en la carretera. En resumidas cuentas, lo que todos queremos es “Darnos la buena vida”, pero esa buena vida tiene que ser una “Buena vida humana”, para ser humanos primero debemos relacionarnos con otras personas, no vale de mucho tener mucho dinero, y todas las cosas que se pueden adquirir con el, si nunca más puedo relacionarme con otra persona. Las cosas no conservan su gracia en la soledad. La buena vida humana, es buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede ser vida, pero no será ni buena ni humana. Los hombres queremos ser tratados como humanos, somos una realidad cultural, por lo tanto no somos innatos, no nacemos hombres, dependemos del resto para serlo. La base de toda cultura es el lenguaje, el se aprende de los demás, no es como comer, que es una función biológica e instintiva. De ahí que hablar con alguien y escucharlo es comenzar a darle un trato humano, el primer paso. La humanización, proceso que nos convierte en humanos, es recíproco, para que los demás puedan hacerme humano, tengo que yo hacerlos humanos a ellos. Por eso darse la buena vida, es lo mismo que dar la buena vida.

Capítulo V: ¡Despierta, BABY!
Lo que queremos es darnos la buena vida, pero no es un querer cualquiera, como querer un plato de lentejas, o dinero, estas son cosas simples, se fijan en un solo aspecto de la realidad, como el hambre, en el caso de las lentejas, no tienen perspectiva de conjunto. Si actuamos bajo el peso de la muerte, nos importaran muy pocas cosas, por ejemplo cuando estamos a punto de morir, podemos pensar en la medicina que puede salvarnos, o en el aire que estamos respirando. En cambio la vida siempre es más compleja, si buscamos la simpleza y nos alejamos de toda complicación, no es que queramos vivir más y mejor, sino morirnos de una vez. No queremos morir pronto, sino que queremos darnos la buena vida. No hay nada de malo en querer tener dinero y cosas hermosas o útiles, pero tampoco es bueno el deseo de tener más y más, no es sano. Lo que poseemos nos posee, si tenemos muy agarradas las cosas, nos agarran ellas a nosotros y no nos permiten rascarnos cuando lo que nos pica es el alma. Si tratamos a las personas como si fueran cosas, e imponemos nuestro poder sobre ellas, nos hacemos daño a nosotros mismos, ya de ellos recibimos también cosas a cambio. Si los hombres fuésemos simples cosas, con lo que las cosas pueden darnos, sería suficiente, pero no lo es. Nunca nos darán esas cosas que solo las personas nos pueden dar, como la amistad, el respeto o el amor y para recibir esto, debemos tratar a las personas como tales. A veces, a pesar de tratar a los demás como personas, recibimos de ellos engaños y traiciones, sin embargo tenemos el respeto de una persona, de nosotros mismos. Al no convertir a los otros en cosas, defendemos nuestro derecho a no ser cosas para los otros. Lo peor no es darnos cuenta que no tenemos todas estas cosas que nos entregan solamente las personas, sino que ya ni siquiera las merecemos. La gente desde fuera podría envidiar a una persona que tiene todo lo necesario para ser feliz, como el dinero, el poder, las influencias y la servidumbre, pero si nos dijeran que no tiene afecto, respeto, ni amor de personas libres, de qué valen todas esas cosas.
La ética lo que intenta averiguar es en qué consiste en el fondo esa buena vida, más allá de lo que nos cuentan o de lo que vemos en la televisión. Para llevar una buena vida hacen falta necesariamente las cosas simples, como las lentejas, que nos quitan el hambre, nos ayudan en mucho. Sin embargo, las más complejas como las personas, no nos pueden hacer falta en ninguno de los casos, ya que nos ayudan en algo fundamental, que es el de ser humanos. Las cosas hay que manejarlas como cosas, y a las personas hay que tratarlas como a personas. Podemos ser dos tipos de humanos, humano-cosa, que son quienes quieren ganarse todas las cosas de la vida, y en cuanto más mejor, o podemos ser humanos-humanos, quienes se dedican a disfrutar de la humanidad vivida entre personas. Una cosa muy importe y que hay que tener en cuenta es la atención, pero no se trata de la atención de mirar las cosas con detalle, o la atención de andar despiertos por la vida, sino aquella que nos hace reflexionar sobre lo que hacemos y que nos hace precisar lo mejor posible el sentido de “esa buena vida” que queremos vivir (humanamente).
La primera e indispensable condición ética es la de estar decididos a vivir de cualquier modo, que las cosas no dan lo mismo, a pesar de que antes o después nos vayamos a morir. Cuando se habla de moral, se entiende que son códigos de órdenes y costumbres, que se deben cumplir y que debemos someternos a ellos, sin embargo, lo que debemos intentar comprender, es porqué estos comportamientos nos convienen y otros no, que es lo que puede hacer de nuestras vidas, una vida “buena”. Cada decisión en nuestras vidas, debemos tomarlas en solitario: Nadie puede ser libre por ti.
¿Por qué está mal lo que está mal?
¿En qué consiste lo de tratar a las personas como a personas?

Capítulo VI: Aparece Pepito Grillo
La única obligación que tenemos en nuestras vidas es no ser “imbéciles”. La palabra imbécil, viene de latín boculus que significa “bastón”, por lo tanto el imbécil es el que necesita bastón para caminar. Si el imbécil cojea, no es de los pies sino del ánimo, es su espíritu el débil. Hay varios tipos de imbéciles:
a) E l que cree que no quiere nada, al que todo le da igual.
b) El que cree que lo quiere todo, lo primero y lo contrario de lo que se le presenta, quiere todo a la vez, estar sentado y bailar.
c) El que no sabe lo que quiere, y no se molesta en averiguarlo. Hace lo que hace la mayoría, o lleva la contraria sin causa, porque sí.
d) El que sabe qué y por qué quiere algo, pero lo quiere con poca fuerza. Aplaza lo que quiere, y termina haciendo lo que no quiere.
e) El que quiere con fuerza y ferocidad, pero se engaña a si mismo, confunde la buena vida, con algo que lo puede destruir o hacer polvo.

Todos estos tipos de imbéciles necesitan bastón, necesitan de otras reflexiones y no de las propias, todo lo contrario a la libertad. Los imbéciles terminan mal, se hacen daño a si mismos, y no logran vivir “la buena vida”. La imbecilidad acecha y no perdona, todos tenemos síntomas de imbéciles a diario. Ser imbécil, no es ser tonto, no saber de matemáticas o de lenguaje, sino que es no lograr llevar una buena vida, es nos serlo para la moral. Lo contrario de ser moralmente imbécil, es tener conciencia. La conciencia no es algo que caiga del cielo, sino que se va desarrollando con la práctica, sin embargo para lograr tener conciencia son necesarias algunas cualidades innatas, además de ciertos requisitos sociales y económicos, ya que alguien que nunca ha tenido lo humanamente necesario para vivir, es más difícil pedirle que comprenda esto de la buena vida. Si nadie nunca los trató como humanos, es lógico que sean como animales.
La conciencia que nos curará de la imbecilidad moral, consiste fundamentalmente en los siguientes rasgos:
a) Saber que no todo da igual porque realmente lo que queremos es vivir humanamente bien.
b) Estar dispuestos a fijarnos a ver si lo que hacemos corresponde a lo que de verdad queremos o no.
c) Desarrollar el buen gusto moral con la práctica, para que espontáneamente nos repugne hacer ciertas cosas, como mentir.
d) Renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por lo tanto razonablemente responsables de las consecuencias de nuestros actos.

Lo que llamamos malo, está mal porque no nos deja vivir la buena vida que queremos. Es por eso que debemos ser egoístas y evitar el mal. El egoísmo tiene mala fama, se llama egoísta a quien piensa en si mismo y no se preocupa por los demás, y si para conseguir algún provecho les tiene que hacer algún daño, lo hará. El verdadero egoísta es aquel que quiere lo mejor para si mismo, por lo tanto, el que quiere una “buena vida”. Es el llamado egoísta consecuente, el que sabe de verdad lo que le conviene para vivir bien y se esfuerza por conseguirlo. Sin embargo el que se harta de todo lo que le hace mal, es quien en el fondo quisiera ser egoísta pero no sabe, y se encasilla dentro de los imbéciles, y es quien necesita un poco de conciencia, para que se pueda amar mejor a sí mismo, ya que cree que se ama a si mismo, pero se fija tan poco en lo que le conviene que termina siendo enemigo de si mismo, repudiándose el hecho de haberse empeñado en destruirse. Estas personas se vuelven responsables o culpables de su propia desgracia, todo esto se relaciona con la conciencia, o el Pepito Grillo que llevamos dentro. El remordimiento, la peor de las culpas, no dejan disfrutar de los logros obtenidos a costa del daño hecho a otros, se puede explicar como el miedo ante el castigo, pero cuando sabemos que nada ni nadie, puede darnos tal castigo, y ni siquiera creemos en un Dios que pueda condenarnos por nuestros malos actos, el remordimiento sigue igual, ya que al darnos cuenta de que hemos actuado mal ya estamos siendo castigados, no hay peor castigo que darnos cuenta que nos hemos estropeado a nosotros mismos. Los remordimientos vienen de nuestra libertad, ya que no podríamos sentirnos culpables de nada. Es por eso que cuando hacemos el mal, tratamos de decir que “no hubo otra opción”, o que “seguimos órdenes de nuestros superiores”, justificando nuestros hechos, quitándonos la responsabilidad, nos confesamos esclavos de las circunstancias.
Debemos tomarnos en serio la libertad, debemos ser responsables. La libertad tiene efectos indudables, que no se pueden borrar una vez cometidos los actos. Cada acto libre que hago, limita mis posibilidades de elegir y realizar una de ellas. No debemos esperar a ver si las consecuencias de mis actos son buenas o malas, para hacerme o no el responsable de ellos, puedo engañar a los demás, pero nunca a mi mismo. Por lo tanto el remordimiento es el descontento que tenemos con nosotros mismos, cuando hemos empleado mal la libertad, y en contradicción con lo que de verdad queremos como seres humanos. Ser responsable es ser auténticamente libre, para bien y para mal reconocer las consecuencias de nuestros actos, enmendar lo malo, y aprovechar al máximo lo bueno. Hoy en día la culpa es del sistema, de la sociedad que nos rodea, del carácter que tengo ¡yo soy así!, de la educación que me dieron, o de las cosas irresistibles que se nos presentan…irresistible, una palabra clave de las justificaciones, todo aquel que no quiere asumir su responsabilidad cree en lo irresistible, dejamos de ser libres y nos convertimos en marionetas a quienes no se les puede rendir cuentas. Cuando no tengamos más tentaciones, no habrá delitos ni pecados, pero tampoco habrá libertad. La responsabilidad parece ser de quien no ha prohibido las tentaciones y no de quién ha cedido a ellas. Lo irresistible es una superstición de quienes le temen a la libertad, por muchas prohibiciones que se nos impongan o por muchos policías que nos vigilen, siempre podremos obrar mal, es decir, contra nosotros mismos, si queremos. No existen ni los buenos ni los malos tiempos en que vivir, a nadie se le regala la buena vida humana, ni nadie la consigue sin esfuerzo y coraje, de ahí que la virtud deriva etimológicamente de vir, la fuerza viril del guerrero, que se impone en el combate contra la mayoría. Más que asumir los propios actos, la responsabilidad, es estar consciente de lo real de la libertad, es decir, de lo auténtico o verdadero, es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, definiendo e inventando. Todas mis decisiones dejan huella en mí antes de dejarla en el mundo que me rodea. Si obro bien, cada vez me será más difícil obrar mal.

Capítulo VII: Ponte en su lugar.
Robinson Crusoe, luego de un naufragio queda confinado en una isla deshabitada, se las arregla bastante bien para sobrevivir debido a su gran habilidad. Cuando se encuentra con una huella en la arena y se da cuenta que esta pertenece a la especie humana, la situación cambia, ya que no es un animal al cual deba devorar. Si Robinson se ha convertido en una fiera a causa de su soledad en la isla, el causante de esa huella será un enemigo al cuál eliminar, pero si aún quiere seguir siendo un hombre, será un rival, compañero, o un semejante en cualquiera de los casos.
Cuando está solo, Robinson trata de sobrevivir, cuando encuentra la huella comienzan sus problemas éticos, ahora tiene que empezar a vivir humanamente, con otros hombres, contra los hombres, pero entre los hombres. Vivir como humanos, es vivir entre hombres, interactuando con ellos. La ética se ocupa de cómo vivir bien la vida que transcurre entre humanos. Primero debemos sobrevivir para no perder la vida, pero si no tenemos idea de ética, lo que hacemos es malgastar nuestra vida, y eso no tiene ninguna gracia. Pese a tantas diferencias entre Robinson y viernes, según su cultura, existe una semejanza esencial entre ellos, que Robinson no compartía con ningún árbol o manantial de la isla. Ambos hablaban, aunque fuesen distintos idiomas, tienen percepción de lo bueno y malo, según la cultura en las que ellos se han desarrollado, por ejemplo el canibalismo para uno es un acto conveniente y aceptado, en cambio para el otro es un acto terrible. Depende de la cultura del hombre de la huella será la actitud que Robinson tendrá frente a él. No hay peor enemigo que un hombre inteligente, ya que puede hacer trampas o engañaros de muchas maneras. Si tomo la delantera, y me enfrento a ellos como enemigos, pierdo la posibilidad de que me pueda ofrecer su amistad en una primera instancia. Aunque nuestros semejantes sean asesinos o violadores, debemos tratarlos como personas, porque son tan humanos como nosotros, por tanto imprescindibles. Por malos que sean, su humanidad me conviene, sin ellos podríamos vivir, pero no humanamente. Solo otro ser humano es capaz de amarme de verdad, y no hay nada mejor que ser amado. Quien roba, miente o abusa de una persona, no deja de ser humano y puede volver a transformarse en seres imprescindibles. Todos los humanos tenemos capacidad de imitación de los demás en comportamientos y gustos, lo que nos hace educables. Por eso es tan importante el ejemplo que les damos a los demás, como tratemos a los demás nos tratarán. Esos a los que llamamos malos son los que tratan a los demás como enemigos, en vez que procurar su amistad. Una persona mala, es desgraciada, que se comporta de manera hostil y despiadada con los demás, por miedo o soledad, ya que padecen de la peor desgracia de todas, ser tratados por la mayoría sin amor ni respeto. No hay gente que sea mala porque está feliz, y hay quienes para estar felices, ignoran los padecimientos que abundan a su alrededor, sin embargo la ignorancia también es una forma de desgracia. Entonces, es mejor procurar que los demás sean felices, para evitar la maldad en ellos, si hacemos lo contrario, no nos quejemos de que haya tantos malos sueltos. La mayor ventaja que podemos obtener de otras personas, es el afecto, la complicidad, y el refuerzo y la ampliación de mi humanidad. El “pillo” siempre trata de sacar ventajas de los demás, por tanto se pregunta para qué sirve todo esto, pero como somos personas libres, no servimos, los esclavos sirven. El “pillo” piensa: “si yo no me aprovecho de los otros, serán los otros los que se aprovecharán de mi”. Cuestión de ratones-esclavos, y leones-libres, el ratón se pregunta ¿qué le pasará?, y el león ¿qué es lo que haré?, el ratón quiere obligar a los demás a que lo quieran para quererse a sí mismo, y el león se quiere a sí mismo por lo que es capaz de querer a los demás, el ratón está dispuesto a hacer lo que sea contra los demás para prevenir lo que le puedan hacer a él, y el león en cambio, considera que hace a favor de si mismo, todo el bien que hace a los demás. Es nuestra opción ser ratón o ser león, ser libre o ser esclavo. El primer perjudicado cuando intento perjudicar a mi otro semejante, soy yo mismo.
Tratar a una persona como persona o humanamente, consiste en que debemos ponernos en su lugar, adoptar al menos por un momento su punto de vista y comprenderla desde dentro. Cuando hablamos con alguien intercambiamos los roles, “yo” soy “tú”, y viceversa. Existe algo fundamentalmente igual entre nosotros, existe un cruce y reconocimiento. Nada de lo humano puede parecerme ajeno, a pesar de las diferencias reales entre las personas, estamos en cierta manera dentro de cada uno de nuestros semejantes. Ponernos en el lugar del otro, es más que establecer una comunicación, sino tomar en cuenta los derechos del otro, y cuando estos faltan, hay que tomar en cuenta sus razones. Aunque un hombre sea el peor de todos, tiene derecho humano, es decir a que alguien intente ponerse en su lugar, y pueda comprender lo que hace y lo que siente. Ponerte en el lugar del otro es tomarlo en serio, considerarlo tanto como a nosotros mismos. Ponernos en el lugar del otro no significa renunciar a nuestros propios intereses, la palabra interés viene del latín inter esse, que significa “lo que está entre varios”, por lo tanto ese interés no es algo nuestro exclusivamente, es un interés relativo, nos pone en contacto con otras realidades “tan de verdad” como nosotros mismos. El único interés absoluto es el de ser humano entre los humanos, dar y recibir un trato de humanidad. Sin este trato no puede haber una “buena vida”. Debemos ser capaces de sentir simpatía o compasión por el otro que son dos cosas semejantes, lo que quiere decir que seamos capaces de experimentar al unísono con el otro, no dejarlos solos ni en el pensar, ni en el querer. Lo mismo y al mismo tiempo. Todos estamos hechos de lo mismo, y debemos darnos cuenta de ello. Todo esto no quiere decir que al ponernos en el lugar del otro, debamos siempre encontrarle la razón en lo que reclama o en lo que hace, ni tampoco que debamos comportarnos como si fuésemos idénticos. Los hombres somos semejantes, pero no idénticos. “No hagas siempre a los demás lo que desees que te haga a ti, ya que ellos pueden tener gustos diferentes”. El primero de los derechos humanos, es a ser más o menos raro, siempre y cuando la “rareza” no consista en hacer daño al prójimo directa y claramente. Ponerse en el lugar del otro tiene que ver con la justicia, como virtud, lo que se entiende como la habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada uno de nosotros, si queremos vivir bien, para entender lo que nuestros semejantes pueden esperar de nosotros. Nadie puede ser justo por ti si tú no te das cuenta de que debes serlo para vivir bien. Para entender todo lo que el otro puede esperar de uno, no hay más remedio que amarlo un poco, sólo y básicamente por el hecho de ser humano, este amor, por pequeño que sea, ninguna ley puede imponerlo.

Capítulo VIII: Tanto gusto.
Cuando se habla de “moral” o de “inmoralidad”, en el ochenta por ciento de los casos se trata de algo referente al sexo. Es lógico que se hable del sexo, ya que es una conducta capaz de establecer vínculos muy poderosos y complicaciones afectivas muy delicadas, sin embargo no hay nada más de inmoral, que lo que puede haber en otro tipo de conductas. “En lo que hace disfrutar a dos y no daña a ninguno no hay nada de malo”. Quienes están mal, son los que piensan que hay algo malo en disfrutar, ya que queramos o no somos un cuerpo, que necesita de satisfacción y bienestar para llevar una buena vida que realmente valga. Una de las funciones del sexo es la procreación, lo que trae la responsabilidad, inevitable e irreversible de transformarnos en padres. Sin embargo el sexo no se puede limitar solo a esta función, hay quienes dicen que dedicarse mucho al sexo animaliza al hombre, y que solamente se debe practicar en pos de la procreación, en cambio son precisamente los animales, los que utilizan el sexo exclusivamente para procrear, así como utilizan la comida exclusivamente para alimentarse. Los hombres por el contrario hemos creado el erotismo y la gastronomía, capaces de satisfacernos integralmente. Mientras más se separa el sexo de la simple procreación, menos animal y más humano es. Uno de los más viejos temores, es el miedo a sentir placer sexual, nos asusta porque nos gusta demasiado, nunca nos sentimos tan felices como cuando gozamos, pero si nos olvidamos de todo lo demás, y nos distraemos, puede resultar peligroso y hasta fatal, es por eso que se ha limitado y restringido, siendo permitido en ciertas ocasiones (para procrear). Quienes sólo disfrutan y no dejan disfrutar tienen miedo de que por fin un día puedan experimentar el placer, y sientan que es irresistible e incontrolable, se reprimen, lo que los convierte en calumniadores del sexo, o los llamados puritanos, que piensan que lo bueno, es aquello que no nos gusta hacer o lo que nos causa sufrimiento. El puritano piensa que para vivir bien, hay que pasarlo mal. Se consideran lo más “moral” del mundo, y guardianes de la “moral” del resto. Los años nos van quitando las posibilidades de gozo, por lo que no es prudente esperar demasiado para decidirse a pasarlo bien. No se trata de buscar hoy todos los placeres, sino todos los placeres de hoy, como lo dice el Carpe diem. No nos amarguemos tratando que cada momento tenga de todo, sino que debemos tratar de disfrutar ese momento con lo que tenga. Siempre debemos tener cierto control de los placeres para que no influyan en todo lo demás que forma nuestra existencia. La diferencia entre el “uso” y el “abuso” del placer, es que cuando “usas” el placer enriqueces tu vida, y es la vida la que te gusta cada vez más, cuando “abusas” del placer, estás empobreciendo tu vida, y ya no te interesa la vida, sino solamente ese placer. El placer nos hace “morir de gusto”, en sentido figurado, ya que el placer muy intenso es capaz de disolver la coraza de rutina, miedo y trivialidad que llevamos puestas, y que nos amargan más de lo que nos protegen. Es por eso que al perder esto parecemos “morir”, pero volvemos a renacer más fuertes y animosos. De ahí que al orgasmo en Francia se le llama “Le petite morte” o la muertecita. Sin embargo, el gusto que obtenemos de los placeres nos mata literalmente, mata nuestra salud o nuestro cuerpo, o nuestra humanidad. Cuando el placer te mata es un castigo disfrazado de placer. La ética consiste en apostar que la vida vale la pena, ya que hasta las penas de la vida valen la pena, y entre elegir los placeres de la muerte y las penas de la vida, si lo que quiero es vivir, elijo la segunda. La mayor recompensa que podemos encontrar en la vida es la alegría, todo lo que nos lleva a la alegría tiene justificación, y lo que nos aleja es un camino equivocado. Quién tiene alegría ya ha recibido el premio máximo, y no echa de menos nada. Por lo tanto, el placer es estupendo cuando está al servicio de la alegría, pero no cuando la compromete. A esto se le llama templanza, habilidad fundamental del hombre libre. Hoy en día algunos prefieren renunciar por completo a algo de lo que se puede abusar, antes de hacerlo, y ser controlados por otros, para evitar cualquier tipo de esfuerzo o que su voluntad tenga que hacer menos ejercicios. Cuanto más se privan a la fuerza de esas cosas, más las quieren, y se entregan a ellas con mala conciencia, dominados por la culpa. Cuando nos gusta sentir culpa, lo que estamos pidiendo a gritos es un castigo, por ser libres, queriendo que algún poder superior no les permita decidir solos, cuando tiene una tentación en frente. La templanza en cambio es aquella que nos hace disfrutar, y no sentirnos culpables ni castigados. Debemos comprender que mientras nosotros gozamos, siempre va a existir alguien que esté sufriendo, es bueno ayudar al otro en lo posible a dejar de sufrir, pero no es sano sentir remordimiento por no estar sufriendo también. Quienes consideran todo los placeres “sucios” o “animales” y no se los permiten ni comparten, son las personas que deberían ser consideradas así.

Capítulo IX: Elecciones generales.
La ética no es un arma para atacar al resto, sino que para lo único que sirve es para intentar mejorarse a uno mismo. Sabemos que cada uno de nosotros es diferente del resto, de modo que los que dicen que el resto, ya sea políticos, bomberos, farmacéuticos, negros, capitalistas, etcétera, son unos inmorales, y que no saben nada de ética, podríamos responderles que se ocupen de ellos mismos. Sin embargo, son los políticos los que tienen mala fama, pero políticos somos todos, particularmente los votantes, ya que si fueran personas muy distintas o extrañas a nosotros, no los elegiríamos para que nos representaran. Puede que estos políticos sean muy decentes y otros muy caraduras, pero de esos encontramos en otros gremios también, como en los bomberos, farmacéuticos, entre otros. La mala fama de los políticos se explica ya que ocupan lugares más visibles, por tanto sus defectos son más públicos que del resto, tienen más oportunidades para abusar que la mayoría de los ciudadanos. Además, tienden a hacer más promesas de las que podrían llegar a cumplir, lo que es exigido por la ciudadanía, si no ofrecen, se les deja solos.
La política y la ética están muy relacionadas. En los dos casos se trata de vivir bien. La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible, y el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene. Cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien, no puede desentenderse de la política. No obstante existen diferencia importantes entre ética y política, la ética se ocupa de lo que uno mismo hace con su libertad, mientras que la política coordina de manera provechosa lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética lo importante es querer bien, hacer algo porque realmente quiero hacerlo, dando uso a mi libertad. En la política lo importante son los resultados de las acciones, y el político intenta presionar para obtener ciertos resultados y no otros.
La ética no puede esperar a la política, no debemos hacer caso de quienes dicen que el mundo en esta época es invivible, siempre ha sido igual, lleno de crímenes y violencia. En todas las épocas por muy terribles que hayan sido, han existido personas que han logrado vivir bien, empeñadas en mejorar la sociedad, y si no era posible, no la empeoraban. No esperan para que todo a su alrededor sea perfecto y humano para aspirar a la perfección y a la verdadera humanidad. Por muy adversas que sean las circunstancias, la responsabilidad la tiene cada uno y lo demás son coartadas. “No existe ningún orden político tan malo, en que el nadie pueda ser bueno”. Así como tampoco existe un mundo políticamente utópico, en el cual nadie fuese capaz de hacer el mal. Por mucho mal que exista, siempre habrá quien quiera hacer el bien, y por mucho bien que se haya instalado públicamente el mal siempre estará al alcance de quien quiera el mal. Una organización política preferible, esa que queremos alcanzar y defender, debe tomar en cuenta ciertos aspectos:


a) La libertad, es la base de todo proyecto ético, sin libertad no hay buena vida que valga, por tanto este sistema político deberá respetar al máximo la libertad de las personas, o limitarla al mínimo. No puede ser una dictadura, ya que en estas no hay libertad, aunque sean por nuestro propio bien, ya que no hay mayor bien que ser libres. Un régimen político que le de importancia a la libertad insistirá en las responsabilidades, si las personas nunca son del todo responsables, los gobernantes tampoco, ya que siempre actúan movidos por las “necesidades” histórica, o la “razón de estado”. Para ellos todo el mundo es víctima de las circunstancia o culpable de ella.
b) Principio básico: tratar a todas las personas como a personas, aprender a considerar sus intereses, y ponernos en su lugar. Esto es a lo que se llama justicia, y no hay régimen que no pretenda por medio de leyes o instituciones, fomentar la justicia.
La única razón para limitar la libertad de los individuos cuando sea indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza sino hubiera otra manera, que traten a sus semejantes como cosas o incluso peor como animales. A esta condición que puede exigir cada humano de ser tratado como semejante a los demás, se le llama dignidad.

c) La experiencia de la vida nos revela en carne propia la realidad del sufrimiento. Tomar al otro en serio y ser empáticos, consiste no sólo en reconocer su dignidad de semejante, sino también en simpatizar con sus dolores y con las desgracias que por errores propios, accidentes o necesidades biológicas le afligen, como pueden afligirle a cualquiera de nosotros en algún momento. Una comunidad política deseable tiene que garantizar dentro de lo posible la asistencia comunitaria a los que sufren y la ayuda a los que por cualquier razón menos pueden ayudarse a si mismos, sin pisotear su dignidad y libertad.

Quien desee la vida buena para sí mismo, de acuerdo al proyecto ético, también tiene que desear que la comunidad política de los hombres se base en la libertad, la justicia y la asistencia. Estos tres conceptos son las exigencias mínimas que debe cumplir la sociedad política, y se les denominan derechos humanos.

La diversidad de formas de vida es algo esencial, pero siempre que haya pautas mínimas de tolerancia entre ellas.

Epílogo: Tendrás que pensártelo.

El filósofo Wittgenstein, consideraba tan imposible escribir un verdadero libro sobre ética que afirmó: "si un hombre pudiese escribir un libro sobre ética, ese libro, como una explosión, aniquilaría todos los demás libros del mundo".

La pregunta ¿Cómo vivir del mejor modo posible?, pareciera ser más sustanciosa que otras que parecen relevante como: ¿Tiene sentido la vida? ¿Merece la pena vivir? ¿Hay vida después de la muerte?

La vida tiene sentido y sentido único; va hacia adelante, no se repiten jugadas y no suelen repetirse o corregirse. Por eso hay que reflexionar sobre lo que uno quiere y fijarse en lo que se hace. Después guardar siempre animo ante los fallos, porque la suerte también juega y a nadie se le deja acertar en todas las ocasiones. El sentido de la vida se resume así: en primer lugar, se debe procurar no fallar y luego se procura fallar sin desfallecer.

En cuanto a si merece la pena vivir, esa cuestión la confronta el escritor Samuel Butler: "esa es una pregunta para un embrión, no para un hombre."

Cualquiera que sea el criterio que se elija para juzgar si la vida vale la pena o no, no se tomará de esa misma vida en la que ya estamos sumergidos. Incluso si se rechaza la vida, se hará en nombre de los valores vitales, de ideales o ilusiones que se han aprendido durante el oficio de vivir.

Toda ética digna de ese nombre parte de la vida y se propone reforzarla, hacerla mas rica. El individuo sólo es bueno si siente una antipatía activa por la muerte, sin miedo.

Lo que interesa para la ética no es si hay vida después de la muerte, sino que haya vida antes. Y que esa vida sea buena, no simplemente supervivencia o miedo constante a morir.

Lo que busca la ética es cómo se debe vivir mejor, la cual tiene respuesta en el fuero interno de cada persona y eso por tres razones:

a) Por la propia incompetencia de las personas para tratar de enseñar algo que no está al alcance de sus manos, en otras palabras, nadie puede enseñar a nadie a vivir bien.

b) Porque vivir no es una ciencia exacta, como las matemáticas, sino un arte, como la música. El arte de vivir le viene muy bien a quien tiene condiciones, pero aquel que carece de algo físico o psicológico el arte de vivir puede darle lo mismo.

c) La buena vida no es algo general, fabricado en serie, sino que solo existe a la medida. Cada cual debe ir inventándosela de acuerdo con su individualidad, única, irrepetible y frágil. En lo de vivir bien, la sabiduría o el ejemplo de los demás pueden ayudarnos pero no sustituirnos.

La ética no puede suplir del todo la deficiencia (necesidad de órdenes para vivir bien), porque no es más que la crónica de los esfuerzos hechos por los humanos para remediarla.

La ética fomenta la búsqueda y el pensamiento individual de la libertad sin trampas, es decir, responsablemente. Y como se trata de elegir, se debe procurar elegir siempre aquellas opciones que permiten luego mayor número de otras opciones posibles. Se debe elegir a lo que abre, a los otros, a nuevas experiencias, a diversas alegrías.

Análisis por capítulo:

CAPITULO 1º: "DE QUE VA LA ÉTICA"
En esta parte se nos pretende enseñar qué es lo principal en la vida; cuáles son las cosas imprescindibles para poder vivir de una manera que podamos determinar como “normal”, junto con las cosas o situaciones que nos convienen y las que no.

El autor señala que no todas las cosas son buenas ni malas para todo el mundo, pues existen algunas cosas que pareciéndonos buenas o correctas, pueden ser perjudiciales para otros. De aquí se entiende que los seres humanos tenemos diferentes formas de pensar, y por lo mismo, el criterio para determinar lo bueno y lo malo nunca será el mismo para todas las personas.

En este último sentido, el autor da diversos ejemplos de la libertad de los hombres: El hombre, a diferencia de los animales, es un ser racional, que posee la opción de elegir y por ello, indirectamente, también la de equivocarse. Los animales, en cambio, tienen una vida “programada” por la naturaleza, y la cumplen casi de forma innata.

A modo de diferencia, los hombres nacemos libres, teniendo una vida por delante la cual debe ser construida por nosotros mismos en base a las experiencias y entorno que tengamos, entre otros factores. Esto último, porque el medio en el que nos desenvolvemos tiene mucha influencia en nuestra vida y, particularmente, en lo que consideramos bueno y malo.

CAPITULO 2º: "ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS"
En este capítulo queda de manifiesto como los hombres libres tenemos la necesidad de decidirnos por algo en un determinado momento. Es importante señalar que son nuestras decisiones son las que condicionan las acciones que hagamos.

En cambio, lo que hacemos a diario; la rutina, son costumbres que realizamos sin pensarlas, por ejemplo, el ducharnos, tomar desayuno, entre otros. En ese sentido, nos queda claro que sí tenemos la opción de elegir, pero, como en este caso, en base a imposiciones que la sociedad o la familia –en definitiva, el entorno- nos ha entregado. Esto también podemos extrapolarlo a situaciones que la naturaleza impone.

El autor plantea que el ser humano realiza las cosas por tres motivaciones:
-Obligación: a la espera de un castigo o recompensa,
-Costumbre: algo que se realiza de manera casi automática y casi sin pensar,
-Capricho: cuando se realiza una acción por mero gusto.

En muchas ocasiones las acciones que realizamos son por capricho, sin embargo, debemos considerar que las sociedades se guían por normas, ya que hay otras personas que quieren y piensan hacer cosas diferentes a las nuestras, pudiendo incluso parecerle de mal gusto nuestras decisiones. En el fondo, esto se trata del bien común, es decir, darle, en lo posible, la mayor libertad a todas las personas, pero sin que ésta afecte la libertad del otro.


CAPITULO 3º: "HAZ LO QUE QUIERAS"
Lo bueno o lo malo referente a lo que preferimos hacer son términos muy confusos.
-Bueno: es lo que consideramos que nos hace bien.
-Malo: es lo que consideramos que nos puede perjudicar.
¿Cuándo un hombre es bueno? No lo sabemos ni lo sabrá nadie jamás. Para cada persona el hombre bueno es el que realiza unas acciones que a él le benefician o que piensa de su misma manera. Para saber si un hombre es totalmente bueno o totalmente malo deberíamos estar dentro de él cada vez que este realiza una acción. La ética llevaría este lema: "HAZ LO QUE QUIERAS".

CAPITULO 4º: “DATE LA BUENA VIDA”
Darte la buena vida en este contexto significa que debes tomar las decisiones por tu cuenta, que debes ver las situaciones desde tu punto de vista y elegir lo que creas que más te conviene. Cuando decidimos no elegir por nosotros mismos no estamos renunciando a la libertad que todos tenemos.
No hay tampoco que confundir términos, cuando decimos “haz lo que quieras” no nos estamos refiriendo a que hagas "lo primero que te venga en gana" si no que hagas lo que creas que para t¡ es más conveniente. Hay que ser capaz de decidir entre lo que de pronto nos apetece y lo que en el fondo queremos.
A veces hay cosas que queremos y nos resultan contradictorias: queremos ser futbolistas pero no queremos estar entrenando todos los días, lo que queremos de verdad es "darnos la buena vida". Pero debemos entender que la buena vida humana no sólo depende de nosotros.
La buena vida humana es "la vida entre seres humanos". Los hombres somos humanos y queremos ser tratados como tales por eso "DARSE LA BUENA VIDA" no debe ser muy diferente a" DAR LA BUENA VIDA".

CAPITULO 5º: “¡DESPIERTA BABY!”
El hacer lo que verdaderamente nos hace bien, no es que queramos lo que nos apetece en el momento si no que debemos querer lo que sabemos que, a la larga, nos hará. En esta vida todo son complicaciones y quien busca las simplicidades nunca llega a ser nada por sí mismo. Cuando estamos obsesionados por las cosas materiales nos perdemos y no nos damos cuenta que lo que de verdad en esta vida nos hace falta es lo que las personas nos pueden dar.
Cuando tratamos a una persona con amor, fidelidad, comprensión, todo eso se nos devuelve a través de esa persona. A veces se envidia a las personas porque tienen muchas cosas materiales, pero verdaderamente son las personas que se encuentran bien por dentro a las que tenemos que envidiar, porque son las que son felices de verdad.
Lo indispensable para darse" la buena vida" es sentirnos bien con nosotros mismos que es de la única manera de que los demás nos vean bien.

CAPITULO 6º: “APARECE PEPITO GRILLO”
Hay muchas clases de imbéciles:
a) El abobado al que todo le da igual.
b) El que cree que lo tiene todo.
c) El que no sabe lo que quiere y no se molesta en averiguarlo.
d) El que sabe lo que quiere y como conseguirlo pero lo deja para mañana porque no tiene la fuerza de voluntad necesaria para conseguirlo.
e) El que hace lo quiere pero con tal barbaridad que ya pierde la noción de lo que es bueno o malo para él.

Todos estos "imbéciles" necesitan algo en lo que apoyarse que no tiene nada que ver con él "darse la buena vida" que estábamos hablando. Puede haber gente que sea muy lista en matemáticas, en física, etc., y no saber vivir, no saber lo que quiere.
Lo contrario de ser imbécil es tener conciencia, que no es algo que tengan solo unos pocos, si no que se desarrolla si uno quiere. La conciencia consiste fundamentalmente en lo siguiente:
a) Saber que no todo da igual.
b) Darnos cuenta de que lo que hacemos verdaderamente nos conviene.
c) Saber que como un acto reflejo debemos rechazar lo que sabemos que no nos hace bien.
d) Que no escondamos los malos resultados de nuestros actos bajo los pretextos de que estábamos coaccionados por alguien o por algo.
Lo que consideramos que es malo es lo que no nos deja darnos la buena vida y para conseguirlo debemos ser egoístas y querer lo mejor para uno mismo.
Hay que saber lo que uno quiere y sentirse bien con sigo mismo. El remordimiento lo tenemos cuando nos damos cuenta de que hemos hecho algo mal, pero cuando nos damos cuenta nosotros, no si alguien nos dice que hemos obrado mal. Ese es el verdadero castigo.
Como somos libres podemos equivocarnos y por eso tenemos remordimientos, porque nos damos cuenta de que hemos sido nosotros los que hemos hecho algo en contra de lo que verdaderamente queríamos hacer. Por eso lo escondemos detrás de un ­¡YO NO HE SIDO!-. Pero si lo que hemos hecho esta bien, enseguida nos damos los honores.
Contra el remordimiento lo que debemos hacer es ser responsables, y si no pensar antes lo que vamos a hacer y las consecuencias que nos puede traer, y lo que es más importante saber aceptar las consecuencias. Hay que saber también que las decisiones tomamos ahora van formando nuestro interior y nuestro futuro día a día.

CAPITULO 7º: “PONTE EN SU LUGAR”
A la ética lo que le interesa es la vida humana que transcurre entre humanos, el saber que sólo entre dos hombres puede haber conversaciones, discusiones, etc., aunque estos dos no tengan nada en común pero se pueden poner a discutir sobre las razones que les hacen pensar as¡.
Hay que tener claro que a los hombres que no consideramos buenos los debemos mantener a distancia, pero también debemos tener en cuenta que son humanos y aunque nosotros los consideremos malos, pueden darnos humanidad.
Debemos dar buen ejemplo y debemos también tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Desde luego si vamos dando enemistad no vamos a recibir amistad y yo pienso que es mejor unirse al pequeño grupo de los buenos que al gran grupo de los malos.
Si hacemos el mal a los demás nos lo hacemos también a nosotros mismos porque ese mal nos va a ser devuelto, tarde o temprano. Antes de hacer algo a alguien debemos ponernos en su lugar y ver como nos afectaría, a eso se le llama humanidad.
Debemos saber que a los humanos hay que amarlos un poquito para que nosotros recibamos ese poquito de amor que nos hace tanta falta para hacernos humanos y vivir una vida humana, una buena vida.

CAPITULO 8º: “TANTO GUSTO”
Se piensa en el sexo como una cosa obscena e inmoral, pero debemos saber que no es as¡, que es algo natural y que no debemos tener pudor al hablar de ello.
Pero lo que los puritanos no saben es que el placer en el sexo, la sensualidad, es algo exclusivo de los humanos. Los animales serían ellos ya que son los animales los que lo realizan solo para procrear
El placer y el darle gusto al cuerpo es una parte importante para darse la buena vida de la que hemos estado hablando. Hay que buscar los placeres de hoy, hay que saber disfrutar lo que tenemos en el presente y no amargarnos buscando algo mejor. Podemos disfrutar el presente y con él construir un futuro que nos dé felicidad.
Hay una gran diferencia entre el uso y el abuso del placer. Si abusamos de un placer que es bueno lo podemos convertir en malo si dependemos ampliamente de él. La conclusión final seria que hay que disfrutar de los placeres pero sin abusar de ellos ya que entonces pueden llegar a ser peligrosos.

CAPITULO 9º: “ELECCIONES GENERALES”
El mejor gobierno desde el punto de vista ético no es el que dice que todo el mundo es victima de las circunstancias, no es una dictaduras porque lo que queremos es ser libres. La única política que nos puede favorecer es una política que nos trate a todos por igual, que no pisotee a los que están abajo y destruya por envidia a los que están arriba, que se asocie a lo poco bueno y no a lo mucho malo.
En resumen todos deberíamos ser más solidarios respecto al mundo entero, que no se gastaran tanto dinero en armas que solo sirven para destrozar el mundo y las gasten para favorecerlo ( el tercer mundo por ejemplo).
Ya que todos estamos unidos por la comunicación porque no hacer un esfuerzo común para ayudar a los demás y en especial a nosotros mismos.

Conclusión:
Las ideas que el autor plantea, son muchas, y es difícil recordarlas todas para unirlas en una sola, sin embargo, al analizar cada uno de los capítulos, creo que finalmente lo que quiere decirle a su hijo, y a todos los que han leido o leerán su libro, es que "vivan la buena vida".
Pero, si a una persona le digo así nada más "vive la buena vida", pensará que es una vida sin responsabilidades, sin parámetros, sin condicionantes, sin reglas, sin ninguna de las cosas que el común de las personas aborrecen hacer, sin embargo el autor nos explica al pasar de los capítulos, qué significa "vivir la buena vida", o qué quiere decir "haz lo que quieras", todo esto desde un punto de vista ético. Es por ese motivo que para comprender necesitamos saber ciertamente algunos términos.
Muchos piensan que vivir la buena vida es fácil, que debemos hacer lo que qieramos y ya está, pero no lo es tan así. Es más complejo de lo que yo creía, algo que a muchos nos cuesta, de partida, es pensar dos veces las cosas, o cuantas veces sean necesarias antes de hacerlas o decirlas. Si cada uno de nosotros hiciera solo eso, seguramente el mundo sería distinto, "no habría tantos asesinatos, ni fechorías".
Debemos entender que somo seres irremplazables, personas que tomamos decisiones, en algo tan importante, como en nuestras propias vidas, si queremos hacer "lo que queramos", debemos asumir las consecuencias que "eso que queremos" conllevan, por ejemplo, entiendo que si quiero ser enfermera, debo estudiar enfermería, por lo tanto dedicarme a ello, y muchas veces dejar otras cosas de lado, pero que también me gustarían hacer. Y lo hago, porque yo prioricé eso antes que lo demás, la que tomó la decisión fuí "solo yo" y tengo que asumirlo. Es un poco complicado de explicar, y quizás de entender, pero nada es fácil, ni siquiera "vivir la buena vida".

Otro punto importante y que cabe destacar, es que dentro de esa buena vida, tenemos que tener la libertad de elegir, y como aconseja el autor es preferible siempre elegir aquellas opciones que después te abran mas campo. Concluyendo, el mensaje principal que se puede deducir con la lectura, es aconsejar desde el punto de vista ético a los jóvenes a darse la buena vida sabiendo siempre elegir

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